Escuela de familias

En esta sección podréis encontrar la información de lo que estamos haciendo en los grupos de crianza. Os recordamos que existe el grupo para familias con hij@s de hasta 1 año facilitado por Cristina, Matrona y el de familias con peques de más de un año, facilitado por Ana, psicóloga.

Grupo de Crianza
Para familias con peques de más de un año


Primer encuentro: “Crianza respetuosa, maternidad consciente”
Martes, 11 de noviembre de 2014

 

En este primer encuentro, hablamos sobre la necesidad de estos espacios compartidos, para expresar nuestras dudas, compartir experiencias, sentirnos apoyadas…
Hicimos un repaso de la “historia” de la Crianza respetuosa, y de cómo sus principios (el cariño, la cercanía física, la satisfacción de necesidades, el porteo, el concepto del continuum…), habían estado presentes desde el inicio de la Humanidad… Y cómo el modelo de crianza “moderno”, se ha ido alejando de estos principios, a medida que la sociedad de ha ido desnaturalizando.
Por tanto, no estamos hablando de un concepto nuevo, no es una “modernidad” o una “moda” el querer colechar, o llevar a nuestros bebés pegados al cuerpo, o darles la teta cada vez que lo pidan… Es retomar lo que nos pide el instinto más primario, el instinto de protección, de disfrutar de nuestra crianza como nos pide el cuerpo, la piel; y no porque nos lo digan los especialistas, los libros, los pediatras o los políticos… Porque, sí, criando con  apego, también, hacemos política…




Segundo encuentro: “Gestión emocional, primera parte”
Martes, 25 de noviembre de 2014

 

El segundo encuentro nos reunió a más del doble de mamás… Y contamos también con la presencia de las cinco acompañantes de Caracoles, ¡bienvenidas a todas, fundadoras y recién llegadas!
El tema propuesto “daba” para mucho… El acompañamiento respetuoso de nuestros hijos e hijas, cuando los vemos sobrepasados por una emoción que entendemos como “negativa” (la rabia, la frustración, la tristeza…), es uno de los temas que más nos preocupan: Porque, entre otras cosas, así como de todas partes recibimos información y mensajes sobre la higiene, la educación, los juguetes, la moda…, referidas a nuestros peques;  la educación en emociones brilla por su ausencia. 
L@s adult@s no estamos preparad@s para gestionar las emociones de nuestros peques, porque nosotr@s mism@s no sabemos muy bien (o nada bien!) como gestionar las nuestras… ¿Cómo fue nuestra educación al respecto? ¿Qué modelos recibimos? ¿Cómo es, actualmente, nuestra propia “gestión emocional”…?
Estos fueron los temas expuestos en este encuentro, para empezar “por el principio”, como siempre: Nosotr@s mism@s.
A partir de esta reflexión, dimos unas pinceladas, que miraremos despacito en el próximo encuentro, acerca de los componentes que sentimos, debería tener un acompañamiento respetuoso de un conflicto emocional.
“Las siete ces”:


  • Consciencia
  • Calma
  • Comprensión
  • Consistencia
  • Coherencia
  • Corazón
  • Celebración…
Todo esto, para ser “ASAS” para nuestros peques:
Acompañando,
Sosteniendo, y
Ayudando a Salir.




Tercer,cuarto y quinto encuentros: Gestión Emocional II y Recursos para la solución de conflictos


En los encuentros de diciembre, hemos terminado de desenredar el complicado mapa de la “gestión emocional”, esto que, en realidad, engloba prácticamente todo lo que podamos hablar sobre crianza, y en general, sobre relaciones humanas.

Hemos compartido experiencias, buceado en lo que la “teoría” dice, desde diferentes ángulos; utilizado (o al menos intentado) el sentido común, el corazón y la imaginación… Y he aquí un resumen, a modo de guía, de lo que pudimos poner encima de la mesa de Caracoles.

Podemos hablar de tres momentos en la “gestión emocional”, o la resolución de conflictos: Antes, durante y después (del conflicto, la dificultad, el bloqueo… ya sea de una persona adulta con una niña o niño; o entre peques)

Y para cada uno de esos momentos, podemos señalar trucos o recursos, que nos hagan la gestión de esos momentos complicados, algo menos complicados.

1. Antes:

Educación emocional: Nuestra propia gestión emocional, cómo resolvemos nuestros propios conflictos, y cómo vivimos, en general, nuestras emociones; parte de nuestras vivencias, nuestra educación, los mensajes que hemos recibido (y recibimos aún) de nuestra familia… Y esta forma de convivir con nuestras emociones, la transmitimos a nuestra prole, conscientemente, o no.

Tener una relación sana con nuestras emociones, tanto “negativas” como “positivas”, nos ayudará a sostener mejor las emociones de nuestras peques: Si nos permitimos sentir emoción, estamos siendo el modelo para que ellas también se lo permitan, y el mensaje que les damos, es: “Me siento ………, sí. Y está bien. Puedo sostenerlo, y al mismo tiempo, acompañarte.”

Material para jugar: Las emociones son un campo de exploración como otro cualquiera (la música, los colores, el agua, el propio cuerpo…), para nuestros peques. Si les dejamos jugar, explorar, probar, acertar, confundirse, volverlo a intentar… En un entorno seguro, como en cualquier otro campo; aprenderán a manejarlas, y a tener una relación sana con ellas: A identificarlas en ellos y en los demás, a sostenerlas, a expresarlas, y a canalizarlas de una forma constructiva.

Para ello, igual que con cualquier otro aprendizaje, necesitan tres cosas: Permiso, para equivocarse; Espacio, para explorar; y Material para experimentar: Nuestro ejemplo, como vimos antes, es esencial. Pero también cuentos, historias, dibujos, fichas, “calendario de las emociones”, muñecos, conversaciones… ¡Imaginación al poder!...

Y la seguridad de tenernos cerca, mientras nos necesiten, para prestarle la ayuda que requieran cuando las emociones, o los conflictos, se “compliquen” más allá de lo que estén preparados en ese momento para manejar.

2. Durante:
Cuando el conflicto ya ha estallado (unas… ¿cien veces al día?), hay una máxima que podemos tener en la mente: CALMA…

Es la segunda de las “Siete Ces”: Conforman la actitud ideal que envía a las peques el mensaje más respetuoso y cariñoso, además de ayudarle a salir de la situación (ya sea con ella misma, o con alguien más).

El objetivo es ser ASAS para nuestra prole:
- Acompañar
- Sostener y
- Ayudar a
- Salir
… En la actitud de las “Siete Ces”:
- Consciencia (de que está ocurriendo un conflicto)
- Calma (esencial!)
- Comprensión (de la situación, de la emoción, de nuestro hijo o hija, de sus motivos, de los nuestros…)
- Consistencia (para que seamos esa “asa” que probablemente necesite, el mensaje es, “Estoy aquí”, en todas sus connotaciones: Límite, seguridad, amor, refugio…)
- Coherencia (con nosotras mismas, con las “reglas” de casa, con lo que hemos dicho antes, con lo que estamos sintiendo, con lo que queremos o necesitamos…)
- Corazón (estar conectadas con el amor hacia nuestr@s hij@s es la mejor manera de resolver un conflicto, sea el que sea)
- … Y por último, Celebración. (Lo veremos en el punto 3.)
(Ya, pero… ¿Qué hago??)  Recursos:
- “Lo pinto”. (Me encantó este recurso) “No, no lo tenemos… Pero mira, lo podemos pintar… ¿ves? ¿Qué te parece?”
- El humor: A veces, reírnos de nosotros mismos funciona… desde el amor, ojo con caricaturizar…
- Cantar. Sobre lo que ocurre, o cualquier otra cosa. Lo que funcione mejor…
- Cosquillas: Un abrazo tenso, de contención de una actitud agresiva, por ejemplo, se puede transformar en una guerra de cosquillas… o de besos. ¡Excelente alquimia para la energía de una también!
- “No, peeero, podemos hacer esto otro”
- “¿Sabes qué pasa?...” Y se lo explicamos. Con nuestra mayor intención teatral. Y de mientras, ponemos el chaquetón, o salimos de casa, o sacamos el móvil del váter…
- “¡Ah! Pero tú no sabes que…” Distracción, sorpresa. (Es importante asegurarnos que esto que digamos a continuación sea cierto… si no queremos que el conflicto sea aún mayor!)
- “¿Sabes el cuento de ….., que no quería/ siempre quería …..?” Y le contamos la misma situación que estamos viviendo, con otros personajes. Hay versiones que recomiendan animales, o dejar el cuento/conflicto sin resolver (para promover que le busquen ellas la solución). Como nos salga y funcione, estará bien.
- Abrazo de oso. Pueden patalear, llorar y gritar; a veces necesitan una contención firme y cariñosa, que les recuerde dónde está su cuerpo, el nuestro, y ese contacto les vuelva a conectar. Puede que tras unos minutos de abrazo, aflojemos la tensión, y entonces sean ellos los que se abracen a nosotras. Aprovechad y devolvédselo, con todo el amor. No hace falta, generalmente, hablar; no en ese momento…*
- Salir. Físicamente, de la habitación. Poner distancia, a veces, es necesario, por nuestra propia tensión creciente. Mejor salir a tiempo, que perder el control. Respiramos, y volvemos, cuando estemos más cerca de las “Siete Ces”. Y para ellas, a veces, también puede ser un “respiro” tener la posibilidad de estar solos, y resolver por sí mismas el conflicto interior. *
*Estos dos últimos recursos, normalmente aplicados en situaciones más complicadas que los anteriores, requieren de una comprensión más minuciosa, y de un mayor cuidado al ponerlos en práctica. Si no lo veis claro, lo hablamos más.

3. Después:
- Celebrar. Siempre. Si salió bien, por lo bien que salió. Y si salió mal, porque lo necesitamos más que nunca: A veces, cuando menos nos merecemos un abrazo, es cuando más lo necesitamos.
Es el momento de recordarles a nuestros hijos que los queremos por encima de todo, se “porten bien” o se “porten mal”; pase lo que pase.
Celebrar (con un abrazo, un postre especial, un cuento, un paseo, un baño agradable, un paseo…), sirve para alquimizar la energía potente y tensa de un conflicto, y transformarla en una energía amorosa y tranquila. De esta forma, la próxima vez que se avecine un conflicto, recordaremos esta última energía, y estaremos todos mejor predispuestos a sostener la situación, desde el amor y las “Siete Ces”.
- Elaborar. Es el momento, una vez pasada la tormenta, de tomar lo ocurrido y usarlo para aprender: No sólo los peques, sino también las personas adultas implicadas en el conflicto.
- Hablar: Pedir disculpas, explicar cómo nos hemos sentido, preguntar cómo están ellas, ver entre todos la forma de hacerlo mejor la próxima vez, o felicitarnos por lo bien que lo hemos resuelto esta vez. Normalmente, funciona mejor una charla breve: La mayoría de las veces, los peques pasan página, elaboran e integran muchísimo más rápido que nosotras; ¡cuidado con quedarnos “dando vueltas” a algo que ellos ya tienen claro!
§  Hacer teatro con marionetas o muñecos, “contarle” a una muñeca qué ha ocurrido… (delante de los peques, o con ellos participando también). La charla no tiene porqué ser directamente con los peques, a veces así resulta más suave y más eficaz.
§  Dibujar: Hacer viñetas con monigotes sencillos, es una forma excelente de reflejar emociones; y visualmente, los pequeños suelen captar mejor las ideas más complejas (sobre todo, las que implican carga emocional).

Hay veces, dependiendo de cómo fue el conflicto, de cómo estamos nosotras, de cómo están ellos… Que es mejor dejar esta fase de elaboración para más adelante: En un momento más tranquilo, o cuando estén más receptivos los peques; o nosotras mismas: Cuidado con nuestro estado de ánimo al abordar esta elaboración, el importante no hacerlo desde el reproche ni el enfado: Estamos, todos, aprendiendo. Se puede explicar con firmeza, pero no enfadadas. (No es lo ideal para estar bien predispuesto a aprender… Recordemos el permiso para equivocarnos). Podemos elaborar más adelante, cuando estemos todos de mejor ánimo.

En todo este tema de los conflictos, hemos abordado experiencias, situaciones y recursos que, por lo general, no tienen más (ni menos!) importancia que el crecimiento sano y natural de los niños, y de nosotras como madres y padres. Sin embargo, hay veces que los conflictos, rabietas, comportamientos agresivos… Son mensajes que nos envían nuestros peques para indicarnos que algo no va bien. Es el momento entonces de preguntarnos qué ocurre, cómo estamos nosotras, cómo está el ambiente en la familia, cómo están nuestros niños. Y si no lo vemos claro, siempre podemos pedir asesoramiento a personas especializadas en estos temas, que nos ayuden a seguir aprendiendo y retomar la armonía personal y familiar.

 


¿Interesante…?

Martes, 27 de enero; martes 10 de febrero. Sexto y séptimo encuentros:
“Caminos hacia otra Educación” 

 En estos dos últimos encuentros que cierran el bloque de “educación”, hemos seguido compartiendo experiencias, dudas y propuestas; con la colaboración maravillosa de David Villa, papá de dos peques de la Casa Escuela Caracoles, maestro de Primaria, y uno de los motores de una interesantísima propuesta que están elaborando un grupo de profesionales de la educación en nuestra provincia.

En el encuentro del 27 de enero, hablamos con David de la base “filosófica” que nos anima a buscar un tipo de educación alejada de la que existe actualmente en el sistema educativo público. En este planteamiento, la diferencia está en la concepción del niño: Mientras que en la educación tradicional se considera al niño un recipiente vacío en el cual hay que verter conocimiento; en los modelos de educación libre, se considera que el niño ya sabe. Todo lo que necesita aprender, ya lo tiene, en potencia. Lo que necesita es un espacio para dejarlo crecer, y un acompañamiento, respetuoso con su ritmo, para encontrar el apoyo que él mismo requiera en cada momento.

La tarea del educador, entonces, es ayudar, acompañar, a que cada uno descubra cuál es su “talento”, lo que realmente quiere hacer y está preparado para hacer. Porque cuando descubrimos lo que amamos, entonces estamos, en palabras de Ken Robinson, en nuestro elemento. Y todo fluye.
Esta sabiduría es tan milenaria, que ya lo decía Confucio: “Encuentra un trabajo que te guste, y no tendrás que trabajar un solo día de tu vida”.

¿Y cómo ayudamos a que nuestros niños mantengan esta sabiduría? Porque no se trata de enseñarles a que descubran lo que quieren. ¿Algún padre, alguna madre, alguien que esté cerca de niños, tiene alguna duda de que ellos saben perfectamente lo que quieren? La misión consiste en que no pierdan esa capacidad de decisión. Esa capacidad de elegir con el corazón, conectados a lo que verdaderamente aman y necesitan en cada momento.

La escuela, tal y como fue planteada en sus inicios, (hay un vídeo maravilloso que lo explica estupendamente, “Cambiando paradigmas”, de Ken Robison), buscaba la “producción en cadena”: La unificación del aprendizaje, los mismos objetivos para los mismos grupos de edad; sin tener en cuenta los intereses personales, ni las necesidades, ni los ritmos. En esencia, esto sigue igual. Los niños son “adiestrados” para que estén quietos, calladitos, y hagan lo que se les pide, en el momento en el que se les pide. Igual que los demás. Y la motivación pasa de ser interna (qué quiero, qué deseo, qué necesito, yo, en este momento), a ser externa: Qué quieren de mí, cómo me gano un “positivo”, cómo hago que la maestra esté contenta, cómo hago para que no me castiguen, o me suspendan, o me pongan una “carita triste” en mi ficha.

¿Qué pasa entonces con la frustración, cuando no pueden conseguir lo que quieren? Porque, evidentemente, no siempre van a lograrlo… Vivimos en un mundo lleno de límites, tanto físicos (como dice Carlos Rodríguez, por mucho que yo quiera a mi hija, y ella ame volar, jamás podré hacer que le crezcan alas…), como sociales; y el aprendizaje del límite es lógico, sano y necesario. ¿Qué ocurre, pues con la frustración?

En el espacio para aprender cada uno a su ritmo, proporcionamos la experiencia del error, como algo natural y libre de connotaciones negativas. ¿Te equivocaste? Ya sabes que así, no logras lo que quieres. Será de otra manera, entonces. Sólo hay que volverlo a intentar.
Por otro lado, el acompañamiento y la gestión de las emociones, tiene una importancia primordial en estos modelos de educación respetuosa, y se le da un espacio para la resolución de conflictos, tanto internos como externos; que hace que el aprendizaje emocional sea mucho más efectivo que en un modelo tradicional de escuela.

La frustración es una emoción, y como todas las demás, requiere de un espacio de experimentación, un acompañamiento y unas herramientas para gestionarla. Y todo esto está mucho más presente en una escuela en la que cada niño es un individuo único, con su espacio, su ritmo y un acompañamiento cercano y cariñoso.

Hablábamos del aprendizaje a lo largo de la vida, no sólo en la etapa infantil. De hecho, aprender, y hacerlo a lo largo de todo el ciclo vital, es lo que nos diferencia a los seres humanos del resto de animales; y entraríamos ya en consideraciones antropológicas, que a mí me encantan, pero que trascienden ya del tema de este artículo…!

Aprendemos a lo largo de toda la vida, decíamos. ¿Y qué aprendo? Aprendo, lo que me emociona. Y cuando algo me emociona, lo “aprendo solo”…! Ese aprendizaje, fluido, sin esfuerzo; es el que se puede conseguir cuando aprendo lo que realmente estoy interesado en aprender, y preparado para aprender. No tiene sentido, entonces, intentar “meter a la fuerza”, por medio de la repetición, de la motivación externa (con notas, o positivos, o “premios” de cualquier otro tipo), aprendizajes que nosotros como adultos entendemos interesantísimos para nuestros niños, cuando ellos no están en absoluto interesados, o preparados. De hecho, cuando estén preparados, les interesará.

Igual que no tiene sentido empeñarse en poner a andar a una criatura de cinco meses, (que no esté preparada para andar a los cinco meses, que de todo puede haber!), no tiene sentido empeñarse, si no muestra interés, en que una niña de cinco años escriba su nombre. Porque no estará preparada. Y si la dejamos, el día que esté preparada, sin duda, mostrará interés. De hecho, no “mostrará interés”; muy probablemente, nos muestre, directamente, su nombre escrito en todas las hojas que haya podido encontrar (o en cualquier otra superficie, si su inquietud sobrepasa el límite del papel…).

La tarea, por tanto, sería no “matar” ese impulso hacia el conocimiento, que es innato, y como decíamos antes, lo más humano que tenemos; dentro de una personalidad sana, despierta y feliz. En el vídeo de Ken Robinson “¿Matan las escuelas la creatividad…?”, hay un referente maravilloso a esto que estamos diciendo.

¿Quiere decir esto que los niños van a aprender, sea como sea; estén donde estén y hagan lo que hagan…? La respuesta más radical sería, SÍ. Pero, para facilitarles la tarea, igual que promovemos ambientes adecuados a los bebés para que aprendan a andar (tumbándolos sobre mantitas, animándolos a gatear, ofreciéndoles nuestra mano en los primeros pasos, cubriendo objetos potencialmente peligrosos para que no se hagan daño si caen…), podemos facilitar el aprendizaje, proporcionando un ambiente adecuado para ello. Me preguntaba una mamá en este encuentro, “Si esto es así, no habría analfabetos…!” Claro: Antes era fácil encontrarse en ambientes sin la estimulación adecuada para aprender a leer y escribir. Hoy en día, es difícil encontrar un ambiente sin una enorme cantidad de estímulos!!!

Los espacios en las escuelas de educación libre, activa, respetuosa… Son espacios llenos de posibilidades de aprendizaje. Cada uno con su filosofía intrínseca (hay diferentes modos de entender y llevar a cabo este tipo de educación, tantos casi como escuelas!), proporcionan a los niños y niñas un ambiente seguro, lleno de posibilidades de acción, experimentación, juego… Y son los propios niños y niñas los que se acercan a los materiales, juegos o espacios; según sus intereses. El papel de los acompañantes es muy importante, y daría para escribir otro artículo (quizás algún amigo o amiga dedicado a esta maravillosa tarea quiera acompañarnos en el grupo algún día, y nos hable más sobre ello…); básicamente, podemos decir que se parece mucho a la forma de estar con los niños que tenemos padres y madres, cuando hablamos de crianza respetuosa: Sensibilidad para ver, respeto por aquello que vemos, capacidad de acercarnos cuando nos necesitan cerca, o de alejarnos o mantenernos al margen, cuando necesitan su espacio. ¡Ahí es nada, amigos! (Como seres humanos que somos, se hace lo que se puede… ¿verdad?)

En este concepto de escuela, “enseñar” toma otro significado: Enseñar, mostrar; para que otro lo vea, lo tome si quiere, y si no, pues en otro momento será. O no. La decisión está en sus manos, y en su corazón.

Y que así siga siendo…
Todo esto ya está sentido, pensado y mostrado por muchas otras personas hermosas y creativas. Como los autores de este vídeo, que tal vez diga lo más importante que intento transmitir con este artículo. Ahí os lo dejo… ¡Mucho amor!
“¿Bailamos?” 


Ana Martínez Acosta
Psicóloga, Facilitadora del Grupo de Crianza en Casa Escuela Caracoles 









Si quieres unirte, escribe a anavuela@hotmail.com
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